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Fotos, pensamientos, canciones, fragmentos y momentos. Vida.

domingo, 29 de julio de 2012

El Otro Yo. Mario Benedetti

Se trataba de un muchacho corriente: en los pantalones se le formaban rodilleras, leía historietas, hacía ruido cuando comía, se metía los dedos en la nariz, roncaba en la siesta, se llamaba Armando, Corriente en todo, menos en una cosa: tenía Otro Yo.


El Otro Yo usaba cierta poesía en la mirada, se enamoraba de las actrices, mentía cautelosamente, se emocionaba en los atardeceres. Al muchacho le preocupaba mucho su Otro Yo y le hacía sentirse incómodo frente a sus amigos. Por otra parte, el Otro Yo era melancólico y, debido a ello, Armando no podía ser tan vulgar como era su deseo.

SilRed
Una tarde Armando llegó cansado del trabajo, se quitó los zapatos, movió lentamente los dedos de los pies y encendió la radio. En la radio estaba Mozart, pero el muchacho se durmió. Cuando despertó el Otro Yo lloraba con desconsuelo. En el primer momento, el muchacho no supo qué hacer, pero después se rehízo e insultó concienzudamente al Otro Yo. Este no dijo nada, pero a la mañana siguientes se había suicidado. 

Al principio la muerte del Otro Yo fue un rudo golpe para el pobre Armando, pero en seguida pensó que ahora sí podría ser íntegramente vulgar. Ese pensamiento lo reconfortó. 

Sólo llevaba cinco días de luto, cuando salió a la calle con el propósito de lucir su nueva y completa vulgaridad. Desde lejos vio que se acercaban sus amigos. Eso le llenó de felicidad e inmediatamente estalló en risotadas. Sin embargo, cuando pasaron junto a él, ellos no notaron su presencia. Para peor de males, el muchacho alcanzó a escuchar que comentaban: "Pobre Armando, Y pensar que parecía tan fuerte, tan saludable."

El muchacho no tuvo más remedio que dejar de reír, y, al mismo tiempo, sintió a la altura del esternón un ahogo que se parecía bastante a la nostalgia. Pero no pudo sentir auténtica melancolía, porque toda la melancolía se la había llevado el Otro Yo.






Autor: Mario Benedetti.


sábado, 28 de julio de 2012

El sexo de los ángeles. Mario Benedetti

Una de las más lamentables carencias de información que han padecido los hombres y mujeres de todas las épocas, se relaciona con el sexo de los ángeles. El dato, nunca confirmado, de que los ángeles no hacen el amor, quizá signifique que no lo hacen de la misma manera que los mortales.

Otra versión, tampoco confirmada pero más verosímil, sugiere que si bien los ángeles no hacen el amor con sus cuerpos (por la mera razón de que carecen de los mismos) lo celebran en cambio con palabras, vale decir con las adecuadas.

Así, cada vez que Ángel y Ángela se encuentran en el cruce de dos transparencias, empiezan por mirarse, seducirse y tentarse mediante el intercambio de miradas que, por supuesto, son angelicales.

Y si Ángel, para abrir el fuego, dice: "Semilla", Ángela, para atizarlo, responde: "Surco". Él dice: "Alud", y ella, tiernamente: "Abismo".

Las palabras se cruzan, vertiginosas como meteoritos o acariciantes como copos. 

Ángel dice: "Madero". y Ángela: "Caverna". 

Aletean por ahí un Ángel de Guarda, misógino y silente, y un ángel de la Muerte, viudo y tenebroso. Pero el para amatorio no se interrumpe, sigue silabeando su amor. 

Él dice: "Manatial". Y ella: "Cuenca".

Las sílabas se impregnan de rocío y, aquí y allá, entre cristales de nieve, circulan el aire y su expectativa.

Ángel dice: "Estoque", y Ángela, radiante: "Herida". Él dice: "Tañido", y ella: "Rebato".





Y en el preciso instante del orgasmo ultraterreno, los cirros y los cúmulos, los estratos y nimbos, se estremecen, tremolan, estallan, y el amor de los ángeles llueve copiosamente sobre el mundo. 




Mario Benedetti
De Cuentos Completos
(1947-1994)
En Despistes y Franquezas

miércoles, 25 de julio de 2012

Qué es la soledad?

Qué es la soledad…? 

SilRed


Si no es ese espacio vacío que no se alcanza a llenar?Una ausencia que se hace presencia como niebla de un recuerdo, haciendo más hondo ese espacio informe, que sin embargo toma las formas que el dolor guarda en algún viejo arcón.

Es tal vez, la soledad, el desasosiego de sentirse perdido, de no encontrar el lugar para arropar los sueños y encontrar abrigo…





SilRed


Quizás, la soledad, es la angustia y el silencio, de la distancia inalcanzable de los tiempos perdidos.

O es tal vez, la soledad, un remanso en el día, un lugar de sosiego para la prisa sin pausa. Entonces el silencio, tiene los sonidos que aquietan la corriente enloquecida del sin-tiempo, que devora los instantes que transcurren, que se diluyen como el humo en la neblina…






SilRed


O es también, la soledad, ese instante compañero para el re-encuentro perdido, el saludo inesperado con el deseo escondido.

No sé… tal vez tiene, la soledad, la forma y la consistencia de un fugaz vaivén que viene del olvido…

O tal vez, el balanceo suave que acerca una vieja melodía, acunando en sus bemoles aquella canción que no hemos cantado todavía…




SilRed



No sé, quizás, 
tal vez, 
dicen que,  


la soledad… 


puede también, 
ser una llama…





SilRed
25-07-12

La amistad. Joan Manuel Serrat



"... Para mi un amigo es alguien que primero me soporta, y yo le soporto a él con todos sus defectos y todas sus virtudes; es alguien con quien tengo la capacidad de poder pelearme, claramente, sin que ninguno de los dos se ofenda, ni salga realmente dañado nunca.
Es alguien a quien pides perdón al ver que lo has ofendido en algo, o al revés si el te ha dañado a ti. Reconoces todos sus defectos y se los echas en cara, y el reconoce todos los tuyos y hace lo mismo.
Es un individuo que, al mismo tiempo que apoyarte cuando estás cayendo, te ayuda a ser mejor cuando ve que estas con la cresta alta. Esto y otras muchas cosas más es un amigo......Es difícil encontrarlo si no lo buscas; además al amigo hay que
cuidarle, como él debe de cuidarte a ti.
Entonces los amigos se convierten para ti en lo más importante de este mundo, por encima de todas las cosas."

Joan Manuel Serrat

Fragmento de una nota publicada en el año 1969, en la revista Kis Met.

Oda al gato. Pablo Neruda

SilRed

SilRed


SilRed

SilRed



ODA AL GATO

Los animales fueron
imperfectos,
largos de cola, tristes
de cabeza.
Poco a poco se fueron
componiendo,
haciéndose paisaje,
adquiriendo lunares, gracia, vuelo.
El gato,
sólo el gato
apareció completo
y orgulloso:
nació completamente terminado,
camina solo y sabe lo que quiere.

El hombre quiere ser pescado y pájaro,
la serpiente quisiera tener alas,
el perro es un león desorientado,
el ingeniero quiere ser poeta,
la mosca estudia para golondrina,
el poeta trata de imitar la mosca,
pero el gato
quiere ser sólo gato
y todo gato es gato
desde bigote a cola,
desde presentimiento a rata viva,
desde la noche hasta sus ojos de oro.

No hay unidad
como él,
no tienen
la luna ni la flor
tal contextura:
es una sola cosa
como el sol o el topacio,
y la elástica línea en su contorno
firme y sutil es como
la línea de la proa de una nave.
Sus ojos amarillos
dejaron una sola
ranura
para echar las monedas de la noche.

Oh pequeño
emperador sin orbe,
conquistador sin patria,
mínimo tigre de salón, nupcial
sultán del cielo
de las tejas eróticas,
el viento del amor
en la intemperie
reclamas
cuando pasas
y posas
cuatro pies delicados
en el suelo,
oliendo,
desconfiando
de todo lo terrestre,
porque todo
es inmundo
para el inmaculado pie del gato.

Oh fiera independiente
de la casa, arrogante
vestigio de la noche,
perezoso, gimnástico
y ajeno,
profundísimo gato,
policía secreta
de las habitaciones,
insignia
de un
desaparecido terciopelo,
seguramente no hay
enigma
en tu manera,
tal vez no eres misterio,
todo el mundo te sabe y perteneces
al habitante menos misterioso,
tal vez todos lo creen,
todos se creen dueños,
propietarios, tíos
de gatos, compañeros,
colegas,
discípulos o amigos
de su gato.

Yo no.
Yo no suscribo.
Yo no conozco al gato.
Todo lo sé, la vida y su archipiélago,
el mar y la ciudad incalculable,
la botánica,
el gineceo con sus extravíos,
el por y el menos de la matemática,
los embudos volcánicos del mundo,
la cáscara irreal del cocodrilo,
la bondad ignorada del bombero,
el atavismo azul del sacerdote,
pero no puedo descifrar un gato.
Mi razón resbaló en su indiferencia,
sus ojos tienen números de oro.

Pablo Neruda




Cuánto dura el tiempo?



Alicia. ¿cuánto tiempo es para siempre?
Conejo blanco: A veces, sólo un segundo.


Cuando miro hacia atrás