"Diría que la vida no parece tener un designio definido. (O, si lo tiene, es a unas profundidades que no podemos alcanzar). Por otra parte, ya lo he dicho por boca de Adriano, y luego de Zenón. No creo en un designio irrevocablemente prescrito: lo cambiamos de continuo a medida que vivimos; es sin cesar mejorado o empeorado por nuestros actos. Creo, por otra parte, en el peso de las circunstancias que nos han precedido, en todo un pasivo o toda una experiencia de los que no somos responsables y que nos enseñan a ser humildes. Sin embargo, todo cambia sin cesar en nosotros y fuera de nosotros; aun las palabras que pronuncio en este momento me cambian."
M. Yourcenar.
Galey, Matthieu y Marguerite Yourcenar.
Les yeux ouverts.
Paris: Centurion, 1980.
Pág. 269.