Mis pequeñas cosas

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Fotos, pensamientos, canciones, fragmentos y momentos. Vida.

domingo, 23 de agosto de 2015

Nostalgia. Mario Benedetti




¿De qué se nutre la nostalgia? 

Uno evoca dulzuras 

cielos atormentados 

tormentas celestiales 

escándalos sin ruido 

paciencias estiradas 

árboles en el viento 

oprobios prescindibles 

bellezas del mercado 

cánticos y alborotos 

lloviznas como pena 

escopetas de sueño 

perdones bien ganados 

pero con esos mínimos 

no se arma la nostalgia 

son meros simulacros 

la válida la única 

nostalgia es de tu piel.


Mario Benedetti


miércoles, 19 de agosto de 2015

Instinto y deseo.





"El instinto dice silenciosamente siempre lo mismo, es constante. El deseo, en cambio, no sabe. El deseo está siempre ligado a una pregunta, el deseo es él mismo una pregunta: ¿qué deseo realmente? ¿Es ese mi verdadero deseo? Mi deseo, ¿es bueno o malo?, ¿es perjudicial?, ¿está prohibido? Lo que creo que es mi deseo, ¿no es acaso una ilusión? Y esta pregunta sobre el deseo puede llegar hasta la perplejidad, puede llegar hasta inmovilizarme. Así pues, el deseo no sabe. Por supuesto, está eso que demando. Lo que demando es lo que creo desear, ¿pero es realmente lo que deseo? Y luego, a diferencia del instinto, el deseo no es constante, no es invariable. Es, si puede decirse, intermitente, va y viene. Circula, a veces se dispersa, a veces se concentra, a veces incluso se anula, desaparece. Digo entonces que me aburro o me deprimo."


Jacques-Alain Miller

domingo, 16 de agosto de 2015

El alma no es el cuerpo. Mario Benedetti







Nos enseñaron desde niños
cómo se forma un cuerpo
sus órganos sus huesos
sus funciones sus sitios
pero nunca supimos
de qué estaba hecha el alma

¿será de sentimientos /
de ensueños / de esperanzas?
¿de emociones / de tirrias /
de estupores?

lo cierto es que / ignorada /
el alma arde en su fuego
tiene espasmos oscuros
punzadas de ternura
suburbios de delirio










¿será tal vez una inquilina
del corazón? ¿o viceversa?
entre ellos no hay frontera

¿o será la asesora
principal de la mente?
¿o viceversa?
entre ellas no hay disputa

¿o será capataza
de la pobre conciencia?
¿o viceversa?
entre ellas no hay acuerdo

el alma tiene hambres
y cuando está famélica
puede herir
puede armarse
de enconos o de furias

no hay que pensar que el alma
es un tul de inocencia
ajeno a los agravios
que sufren cuerpo y alma

en el alma se forman
abscesos de rencores
tumores de impaciencia
hernias de desamparo





el problema es que no hay
cirujanos de alma
ni siquiera herbolarios
el alma es un secreto / una noción
una nube que suele anunciar llanto
pero después de tantas búsquedas
de pesquisas inútiles
y de adivinaciones
nos queda apenas una certidumbre /
que el alma no es el cuerpo
pero muere con él





Mario Benedetti


jueves, 13 de agosto de 2015

Más allá del jardín. Antonio Gala






A pesar de que a muchos les parezca mentira, todos tenemos nuestro propio jardín, metafórico o real. En él vivimos a cobijo de las diarias intemperies; por él transcurre una vida más o menos equilibrada, razonable y previsible; sobre él anida la apariencia de dicha que llamamos costumbre y la ausencia de sacudidas vertiginosas que llamamos sosiego. En tal jardín, a veces sin flores y sin árboles, en tal espacio protegido, practicamos una moral minúscula y cicatera —plagada de dogmas, de temores y de tabúes— bajo la que nos sentimos asegurados y que, al ser respetuosos de ella, nos transforma en respetables a los ojos ajenos. Entre esas tapias nos tranquiliza la certeza de que la mayor felicidad siempre está por venir, de que la estabilidad que defendemos es el más alto don. Aunque, pasado el tiempo, como en un relámpago, consideremos que la felicidad no ha existido e incluso que nunca existirá. Y pasado aún más tiempo, nos hagamos a la idea de que acaso la felicidad sea desaparecer. “¿Mar desde el huerto, / huerto desde el mar? / ¿Ir con el que pasa cantando; / oírlo, desde lejos, cantar?” No nos arriesgamos a enfrentarnos con el infinito que bordea el jardín. No osamos preguntarnos con valentía lo que Shakespeare: "¿Por qué una mirada falaz e impura / va a ser juez en el bullicio de mi sangre?”



La sangre, dentro del jardín, no hierve.Cada uno de nosotros vive en su jardín. Y hay que salir de él para examinarse y rastrearse; para ser uno mismo y verse, sentado a la puerta, aguardándose. Entender por fin, sin la menor garantía de acierto ni de éxito visible, lo que significa la palabra yo. Y nunca volveremos a ser los mismos, ni nos identificaremos con nuestra grisácea vida anterior, ni se nos podrá infligir más daño que el que permitamos. El ser que somos no estaba resguardado sino oculto tras las tapias del jardín. Por eso hay que huir de él. Para descubrir la auténtica ética, el deber auténtico (el primero es responder a la pregunta quién soy), el auténtico mundo. Allí está, desplegado, al otro lado de los muros, más allá de las fronteras constrictoras, por encima de las madreselvas y las hiedras que embellecen con su disfraz las rejas de la cárcel.



Porque, si no conseguimos saltar fuera de nuestras pequeñeces, de nuestras creencias para andar por casa, de nuestras convicciones heredadas; si no nos aupamos sobre nosotros mismos para contemplar la realidad, estamos muertos.

miércoles, 12 de agosto de 2015

ANGELUS. Mario Benedetti







Quién me iba a decir que el destino era esto

Ver la lluvia a través de letras invertidas,
un paredón con manchas que parecen prohombres,
el techo de los ómnibus brillantes como peces
y esa melancolía que impregna las bocinas.


Aquí no hay cielo,
aquí no hay horizonte.

Hay una mesa grande para todos los brazos
y una silla que gira cuando quiero escaparme.
Otro día se acaba y el destino era esto.

Es raro que uno tenga tiempo de verse triste:
siempre suena una orden, un teléfono, un timbre,
y, claro, está prohibido llorar sobre los libros
porque no queda bien que la tinta se corra.


Mario Benedetti - Poemas de la oficina.



De la web: Radio Saudade




domingo, 9 de agosto de 2015

Ausencias. Mario Benedetti






Ausencias
Las cosas que nos faltan, cuántas cosas. Las que quedaron en el camino o nunca accedieron a él. Quien más, quien menos, todos llevamos una filatelia de las ausencias.

Hay partidas, adioses de los que no volvieron ni volverán. Aun en las mejores y conquistadas alegrías, sobreviene de pronto un vacío y nos quedamos taciturnos, solos, tiernamente desolados.

Por suerte cuando soñamos vuelven todos, los que todavía son y los que fueron. Y abrazamos fantasmas, almas en pena y almas en gloria. Ellos nos cuentan su impiadosa sobrevida, aunque, eso sí, marcando siempre su territorio, que es sólo invierno.

Su exilio tan pasivo, tan inerte, no está consolidado. Con su martirio, nos martirizamos, quizá porque sabemos que todo eso acaba en un opaco despertar. Viene entonces la fase de ojos abiertos, también llamada insomnio. Allá arriba está el cielo raso, con la araña de siempre en su rincón de redes. Nos faltan manos para acariciar, labios para besar, cintura que estrechar, cuerpo que penetrar. Todo es ausencia. 



Mario Benedetti - Vivir adrede.




Un cuento sin hadas. Ninfa Farrach






En este baile no perdí mi zapatilla,
todo lo tenía puesto y se ha esfumado,
quedé con mis andrajos nuevamente
y he vuelto a las cenizas, a los rincones.
Ya no hay príncipe que busque mi presencia,
ni hadas, ni bailes, ni palacios,
sólo castillos dibujados en el polvo,
sin palabras, sin risas, sin ventanas.



Ninfa Farrach 
(Managua, Nicaragua, 1958)




sábado, 8 de agosto de 2015

Ya no es mágico el mundo... Jorge Luis Borges.


De "El otro, el mismo". 1964





La parábola.






"En un día muy frío, dos erizos se encuentran y sienten simultáneamente la necesidad de calor. Para satisfacer esa necesidad buscan la cercanía corporal del otro, pero cuánto más se acercan más dolor les causan las púas del cuerpo ajeno. No obstante, al alejarse aumenta la sensación de frío, por lo que ambos erizos deben ir acomodándose hasta alcanzar una distancia óptima."




Arthur Schopenhauer

jueves, 6 de agosto de 2015

En nuestra casa. Joan Manuel Serrat




Día muy muy gris, muy muy lluvioso.

Y mientras la soledad me acuna entre sus brazos,

te recuerdo escuchando canciones,

como ésta...

en nuestra casa...



























En nuestra casa, ya no se oye tu voz...





"En nuestra casa
ya no se oye tu voz,
la noche va llenando
toda la habitación.
Las lilas del jarrón
se han ido marchitando
en casa.


De nuestra casa
mi juventud se fue
corriendo tras tus pasos,
cruzando la ciudad,
mientras la soledad
me acuna entre sus brazos
en casa.

En nuestra casa
ya nadie enciende el fuego,
nadie llama a mi puerta,
las horas pasan muertas
sin tus manos.

En nuestra casa,
no soy más que una sombra
que no tiene ilusiones.
De golpe me hice viejo,
hablo con el espejo
y no abro los cajones
por no encontrar recuerdos.

De nuestra casa
que no es mía sin ti,
me iré por la mañana
sin saber donde ir
y volveré a vivir
lejos de las ventanas
de casa.

Y a nuestra casa
otras bocas vendrán
a borrar nuestros besos
y mi triste canción
quedará en un rincón,
soñando en tu regreso
a casa.

A nuestra casa..."




De Joan Manuel Serrat.-




miércoles, 5 de agosto de 2015

Me doy cuenta de que me faltas. Jaime Sabines

Y cuando me doy cuenta... duele...




Me doy cuenta de que me faltas
y de que te busco entre las gentes, en el ruido,
pero todo es inútil.
Cuando me quedo solo
me quedo más solo
solo por todas partes y por ti y por mí.
No hago sino esperar.
Esperar todo el día hasta que no llegas.
Hasta que me duermo
y no estás y no has llegado
y me quedo dormido
y terriblemente cansado
preguntando.
Amor, todos los días.
Aquí a mi lado, junto a mí, haces falta.
Puedes empezar a leer esto
y cuando llegues aquí empezar de nuevo.
Cierra estas palabras como un círculo,
como un aro, échalo a rodar, enciéndelo.
Estas cosas giran en torno a mí igual que moscas,
en mi garganta como moscas en un frasco.
Yo estoy arruinado.
Estoy arruinado de mis huesos,
todo es pesadumbre.

Jaime Sabines


Dime. De Gustavo Alejandro Castiñeiras.


Colonia - Uruguay. Febrero 2015



Dime por favor donde no estás 
en qué lugar puedo no ser tu ausencia 
dónde puedo vivir sin recordarte, 
y dónde recordar, sin que me duela.

Dime por favor en que vacío, 
no está tu sombra llenando los centros; 
dónde mi soledad es ella misma, 
y no el sentir que tú te encuentras lejos.

Dime por favor por qué camino, 
podré yo caminar, sin ser tu huella; 
dónde podré correr no por buscarte, 
y dónde descanzar de mi tristeza.

Dime por favor cuál es la noche, 
que no tiene el color de tu mirada; 
cuál es el sol, que tiene luz tan solo, 
y no la sensación de que me llamas.

Dime por favor donde hay un mar, 
que no susurre a mis oídos tus palabras.

Dime por favor en qué rincón, 
nadie podrá ver mi tristeza; 
dime cuál es el hueco de mi almohada, 
que no tiene apoyada tu cabeza.

Dime por favor cuál es la noche, 
en que vendrás, para velar tu sueño; 
que no puedo vivir, porque te extraño; 
y que no puedo morir, porque te quiero.

Gustavo Alejandro Castiñeiras




sábado, 1 de agosto de 2015

El confuso tiempo de los recuerdos.




A veces, así se nos presenta el tiempo de los recuerdos, confuso desde la enunciación, desde los verbos y adverbios que los nombran...

"Los días no se tomaban unos a otros de la mano, no se abrían paso en fila india, amablemente, lento flujo de aceite del tiempo, ida y vuelta, va y viene, no: los días se atropellaban y se montaban unos sobre otros y caían al vacío con las piernas enredadas: zumbaban, atacan, acosan: naciste mañana, morirás ayer: dijiste dirás adiós: amor o miedo ardiendo en esos ojos que me miraron la próxima última vez."


Eduardo Galeano.-
La canción de nosotros