Mis pequeñas cosas

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Fotos, pensamientos, canciones, fragmentos y momentos. Vida.

jueves, 24 de febrero de 2011

La vida, ese paréntesis

…de esta tregua brevísima querría
llevarme algunas cosas
verbigracia el latido del amor
el libro que releo en los insomnios
la mirada sin niebla de los justos
y otra vez el latido del amor

esto de no ser más / de terminarse
tiene algo de aventura o de presidio
del ocaso al acaso media un palmo
de la nada a la nada va una vida…


Mario Benedetti

Queriendo atravesar la noche

Formas que van cambian
En un continuo viviendo.
Todo cambia en un momento.
Todo y nada se hacen algo,..



Un momento cualquiera se hace eterno en el recuerdo,
y ya nunca nada volverá a ser igual.

Pensamientos que de pronto se visten de sentimientos
Y se resisten a cambiar el escenario.

Van creciendo, empiezan a ocupar espacio,
Atraviesan los poros, habitan el alma.



Y de repente las dos de la mañana me sorprenden en un lapsus


de nostalgia y de recuerdos,

Queriendo atravesar la noche
Para abrazar el sol.
Queriendo atravesar el espacio
Hasta  encontrarte...








SilRed

miércoles, 23 de febrero de 2011

Libertad: la posibilidad de elegir

Y así llegamos a la palabra fundamental de todo este embrollo: libertad. Los animales (y no digamos ya los minerales o las plantas) no tienen más remedio que ser tal como son y hacer lo que están programados naturalmente para hacer. No se les puede reprochar que lo hagan ni aplaudirles por ello porque no saben comportarse de otro modo. Tal disposición obligatoria les ahorra sin duda muchos quebraderos de cabeza. En cierta medida, desde luego, los hombres también estamos programados por la naturaleza. Estamos hechos para beber agua, no lejía, y a pesar de todas nuestras precauciones debemos morir antes o después. Y de modo menos imperioso pero parecido, nuestro programa cultural es determinante: nuestro pensamiento viene condicionado por el lenguaje que le da forma (un lenguaje que se nos impone desde fuera y que no hemos inventado para nuestro uso personal) y somos educados en ciertas tradiciones, hábitos, formas de comportamiento, leyendas ... ; en una palabra, que se nos inculcan desde la cunita unas fidelidades y no otras. Todo ello pesa mucho y hace que seamos bastante previsibles. 


... un castor que fabrique panales o una termita desertora no son algo raro sino estrictamente imposible. Con los hombres nunca puede uno estar seguro del todo, mientras que con los animales o con otros seres naturales sí por mucha programación biológica o cultural que tengamos, los hombres siempre podernos optar finalmente por algo que no esté en el programa (al menos, que no esté del todo). Podemos decir «sí» o «no», quiero o no quiero. Por muy achuchados que nos veamos por las circunstancias, nunca tenemos un solo camino a seguir sino varios.


Cuando te hablo de libertad es a esto a lo que me refiero. A lo que nos diferencia de las termitas y de las mareas, de todo lo que se mueve de modo necesario e irremediable. Cierto que no podemos hacer cualquier cosa que queramos, pero también cierto que no estamos obligados a querer hacer una sola cosa. Y aquí conviene señalar dos aclaraciones respecto a la libertad:
Primera: No somos libres de elegir lo que nos pasa (haber nacido tal día, de tales padres y en tal país, padecer un cáncer o ser atropellados por un coche, ser guapos o feos, que los aqueos se empeñen en conquistar nuestra ciudad, etc.), sino libres para responder a lo que nos pasa de tal o cual modo (obedecer o rebelarnos, ser prudentes o temerarios, vengativos o resignados, vestirnos a la moda o disfrazarnos de oso de las cavernas, defender Troya o huir, etc.).
Segunda: Ser libres para intentar algo no tiene nada que ver con lograrlo indefectiblemente. No es lo mismo la libertad (que consiste en elegir dentro de lo posible) que la omnipotencia (que sería conseguir siempre lo que uno quiere, aunque pareciese imposible). Por ello, cuanta más capacidad de accción tengamos, mejores resultados podremos obtener de nuestra libertad. Soy libre de querer subir al monte Everest, pero dado mi lamentable estado físico y mi nula preparación en alpinismo es prácticamente imposible que consiguiera mi objetivo. En cambio soy libre de leer o no leer, pero como aprendí a leer de pequeñito la cosa no me resulta demasiado difícil si decido hacerlo. Hay cosas que dependen de mi voluntad (y eso es ser libre) pero no todo depende de mi voluntad (entonces sería omnipotente), porque en el mundo hay otras muchas voluntades y otras muchas necesidades que no controlo a mi gusto. Si no me conozco ni a mí mismo ni al mundo en que vivo, mi libertad se estrellará una y otra vez contra lo necesario. Pero, cosa importante, no por ello dejaré de ser libre... aunque me escueza.
En la realidad existen muchas fuerzas que limitan nuestra libertad, desde terremotos o enfermedades hasta tiranos. Pero también nuestra libertad es una fuerza en el mundo, nuestra fuerza. Si hablas con la gente, sin embargo, verás que la mayoría tiene mucha más conciencia de lo que limita su libertad que de la libertad misma. Te dirán: «¿Libertad? ¿Pero de qué libertad me hablas? ¿cómo vamos a ser libres, si nos comen el coco desde la televisión, si los gobernantes nos engañan y nos manipulan, si los terroristas nos amenazan, si las drogas nos esclavizan, y si además me falta dinero para comprarme una moto, que es lo que yo quisiera?» En cuanto te fijes un poco, verás que los que así hablan parece que se están quejando pero en realidad se encuentran muy satisfechos de saber que no son libres. En el fondo piensan: «¡Uf! ¡Menudo peso nos hemos quitado de encima! Como no somos libres, no podemos tener la culpa de nada de lo que nos ocurra ... »Pero yo estoy seguro de que nadie ‑nadie‑ cree de veras que no es libre, nadie acepta sin más que funciona como un mecanismo inexorable de relojería o como una termita. Uno puede considerar que optar libremente por ciertas cosas en ciertas circunstancias es muy difícil (entrar en una casa en llamas para salvar a un niño, por ejemplo, o enfrentarse con firmeza a un tirano) y que es mejor decir que no hay libertad para no reconocer que libremente se prefiere lo más fácil, es decir, esperar a los bomberos o lamer la bota que le pisa a uno el cuello. Pero dentro de las tripas algo insiste en decirnos: «Si tú hubieras querido ... »

Fernando Savater.
Ética para Amador.

martes, 22 de febrero de 2011

Canción de las simples cosas.

Uno se despide insensiblemente de pequeñas cosas, lo mismo que un árbol que en tiempo de otoño se queda sin hojas.
Al fin la tristeza es la muerte lenta de las simples cosas, esas cosas simples que quedan doliendo en el corazón.




Uno vuelve siempre a los viejos sitios donde amó la vida,
y entonces comprende como están de ausentes las cosas queridas.
Por eso muchacho no partas ahora soñando el regreso,
que el amor es simple, y a las cosas simples las devora el tiempo.

Demórate aquí, en la luz mayor de este mediodía,
donde encontrarás con el pan al sol la mesa tendida.
Por eso muchacho no partas ahora soñando el regreso,
que el amor es simple, y a las cosas simples las devora el tiempo.

Armando Tejada Gómez-César Isella

En la vida todo es ir.



En la vida todo es ir 
a lo que el tiempo deshace.

Sabe el hombre dónde nace
y no dónde va a morir.


El hombre que en la montaña

por la cruz de algún camino

oye la voz del destino,

se aleja de su cabaña.

Y prosiguiendo su hazaña

se dirige al porvenir

una esperanza a seguir.

Mas no ha de volver la cara,
pues la vida es senda rara:
en la vida todo es ir.

Miro esa palma que airosa
su corona al sol ostenta
y miro lo que aparenta
la esplendidez de la rosa.
Contemplo la niña hermosa
riendo a lo que le place,
y lo que el viento le hace
a la hoja seca del jobo:
es la vida como un robo
a lo que el tiempo deshace.

Tuve un hermano que dijo
"Cuando salí de Collores..."
Así cantó sus amores
al Valle del que fue hijo.
Una y otra vez maldijo
la gloria que en letras yace,
(y en que su nombre renace),
pues que llegó a comprender
lo poco que es el saber:
sabe el hombre dónde nace.




No hay más. Un solo camino
que se quisiera tomar,
mas la suerte del andar
maltrata y confunde el tino.
Nadie niegue su destino.

Es que ser hombre es seguir
y un ideal perseguir
por la vida hacia delante,
sabiendo lo que fue enante
y no dónde va a morir.

Juan Antonio Corretjer



domingo, 20 de febrero de 2011

La vida está hecha de momentos.





La vida está hecha de momentos.
Y los hay de todos los modos,
de todos los aromas,
de todos los colores.

Hay momentos calmos
en los que la vida pasa
casi sin hacer ruido.

Pasa y ni nos damos
cuenta que hay momentos
que se pierden
y que ya no vuelven.
Se quedan ahí lejos
Perdidos en el olvido
Para siempre.
Son los momentos
de la rutina y el agobio.
Es difícil entonces,
percibir las chispas
que encienden el alma.
Se encuentran
aletargados los sentidos.
Y el alma mustia
no tiene ganas ya de despertarse.

Hay momentos intranquilos,
esos que estrujan el estómago
que se retuercen en la noche solitaria.
Momentos que irrumpen en el sueño
y tironean de todos tus costados.
Imposible encontrar la calma,
difícil sentir sosiego.
Es ese bullicio que te
recuerda desagradablemente
que estás vivo.

Pero hay también momentos
de calma y sosiego.
Esa calma que amorosamente
te envuelve y te contiene.
Es el momento de encontrarse
en paz con uno mismo.
La paz que trae
sentirse en el camino elegido
convencido de tus  deseos,
apropiándose de tu vida.


Y hay momentos también
de feroz algarabía.
Esa que te retuerce el alma
de alegría,
como inundada de mariposas
en primavera.
Momentos que invaden
de colores cada instante.
Que llenan el aire de sonrisas
y aroma de jazmines.





Son esos momentos
que nunca quisiera perder.
Los que te renuevan 
la alegría.
Los que maravillosamente 
te recuerdan que estás vivo.
Los que chispeantes
y llenos de bullicio
anuncian con bombos y platillos
que tu sueño es posible
y también la maravilla. 


SilRed

martes, 15 de febrero de 2011

La luna

  La luna se puede tomar a cucharadas o como una cápsula cada dos horas. Es buena como hipnótico y sedante y también alivia a los que se han intoxicado de filosofía. 



Un pedazo de luna en el bolsillo es mejor amuleto que la pata de conejosirve para encontrar a quien se ama, para ser rico sin que lo sepa nadie y para alejar a los médicos y las clínicas. Se puede dar de postre a los niños cuando no se han dormido, y unas gotas de luna en los ojos de los ancianos ayudan a bien morir.


Pon una hoja tierna de la luna debajo de tu almohada y mirarás lo que quieras ver. Lleva siempre un frasquito del aire de la luna para cuando te ahogues, y dale la llave de la luna a los presos y a los desencantados. 
Para los condenados a muerte y para los condenados a vida no hay mejor estimulante que la luna en dosis precisas y controladas.


Joaquín Sabines

domingo, 13 de febrero de 2011

Es este momento...

Sentada frente a la inmensidad del mundo, allí donde se desdibujan los contornos conocidos y el tiempo se vuelve inalcanzable.
Allí, sentada frente al universo
siendo parte de todo
y también parte de nada.




Allí donde las manos no llegan
pero llega la mirada,
para perderse luego
lentamente en el espacio.



Allí donde no existen las respuestas,
hay sin embargo un espacio por llenar.
Incertidumbre, duda y desconcierto
son a veces compañeros
de un nuevo paso.



Pero de vez en cuando,
sólo de vez en cuando,
nos acompaña la certeza de sentir,
que aún desconocido y misterioso,
ese camino puede resultar maravilloso.



Son momentos de segura confianza
de vital energía
en piel y huesos, 
pisada firme que deja huella…
Instantes de vida,
sin tiempos de ayer, ni de mañana.
Hoy, ahora, ya mismo, en este instante,
es el  momento en el que estoy siendo.





Y es sólo esto lo que tengo, 
para recordar lo que fue,
para esperar mi mañana. 


SilRed
13-02-11