Sentada frente a la
inmensidad del mundo,
allí donde se
desdibujan
los contornos
conocidos
y el tiempo se
vuelve inalcanzable...
Allí, sentada frente
al universo
siendo parte del todo y de la nada.
Allí donde las manos
no llegan,
pero sí puede hacerlo la mirada,
para perderse luego,
insondable en el espacio.
Allí donde no
existen las respuestas,
hay sin embargo un espacio por llenar.
Incertidumbre, duda
y desconcierto
son a veces compañeros.
Pero de vez en cuando,
sólo de vez en cuando,
me acompaña la certeza de sentir,
que aún, desconocido
y misterioso,
ese camino puede resultar maravilloso.
Son momentos de
segura confianza
en uno mismo, de vital energía
en piel, músculos y huesos,
la pisada es firme y deja huella…
Instantes de
vida,
tiempo sin tiempo,
devenir de lo perecedero.
Y es quizás sólo esto lo
que tengo,
cenizas de ayer, ansias de mañana.
Y además, el instante fugaz que estoy viviendo.
Hoy, ahora, ya mismo, este instante,
el preciso momento en el que estoy siendo.
Silvia G. Redrado