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martes, 12 de febrero de 2013

Por la ambición de volar... Dédalo e Ícaro

La leyenda de Dédalo e Ícaro. Una historia interesante sobre envidias, celos, culpas y ambiciones... Todos aspectos que de una u otra forma, están presentes en un ser humano.

"El hombre es la medida de todas las cosas"
Protágoras*. 
Sofista griego. 


Esta una leyenda de la mitología griega. Dédalo era un arquitecto griego, que cierto día comete el asesinato de su sobrino Talos, que era su discípulo. Talos era muy inteligente y con solo doce años había inventado la sierra, inspirándose en las espinas de los peces. 

Dédalo sintió mucha envidia de la inteligencia de Talos, comparándolo con su hijo, Ícaro. 
Un día, durante la noche, subieron al tejado de la Acrópolis y soñaban con distintos mecanismos para volar. 
Ícaro cansado se fue a dormir, entonces Dédalo logró engañar a Talos, y lo empujó desde lo alto del tejado de la Acrópolis.

Dándose cuenta del terrible error que había cometido y del castigo al que sería sometido por los atenienses, decidió huir a la isla de Creta, con su hijo Ícaro. 

Allí fue recibido por el rey Minos, quien le encargó varios trabajos. Entre ellos, le pidió que construyera un laberinto del que no se pudiera salir, para encerrar allí al Minotauro,un monstruo mitad hombre y mitad toro.


El Minotauro era producto de una venganza enviada por el rey Poseidón, a quien Minos había ofendido. Poseidón había hecho que Pasifae, la esposa del rey Minos, se enamorara de un toro. Producto de esa relación habría surgido el Minotauro.   

Dédalo construye entonces el Laberinto de Creta. Pero el rey Minos decide encerrar en el laberinto, junto al Minotauro, a Dédalo e Ícaro, porque ellos conocían la salida. Encerrados allí deciden escapar, pero no pueden hacerlo por agua, ya que los navíos se encontraban bajo el dominio del rey. 

Dédalo decide entonces crear una invención para escapar por aire. Es así que se le ocurre la idea de fabricar unas alas, para salir volando del laberinto, con plumas de pájaros y cera de abejas. Antes de abandonar el laberinto, Dédalo advierte a Ícaro que no debería volar demasiado bajo porque las plumas se harían muy pesadas y no podría mantenerse en el aire. Pero tampoco debería volar muy alto, porque el calor del sol, derretiría la cera, las plumas se soltarían y caería indefectiblemente al agua. 

Ambos logran así abandonar el Laberinto y emprender al vuelo. Durante un tiempo volaron juntos, a la misma altura. Pero paulatinamente Ícaro se vio entusiasmado por el vuelo, y no hizo caso a la advertencia de su padre. Empezó a volar cada vez más alto, acercándose demasiado al sol. El calor emanado fue derritiendo la cera que unía las plumas entre sí, y éstas a sus hombros. Ícaro cayó al mar y se ahogó. 

Su padre lloró y lamentando amargamente sus artes, llamó a la tierra cercana al lugar del mar, en el que Ícaro había caído, Icaria.

Dédalo llegó sano y salvo a Sicilia, bajo el cuidado del rey Cócalo, donde construyó un tempolo a Apolo, en el que colgó sus alas como ofrenda al dios. 




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*Nota:

"El hombre es la medida de todas las cosas"

Este principio de carácter filosófico pertenece al sofista griego Protágoras, el hombre como medida, es decir como criterio de las cosas. Esta frase posee diferentes interpretaciones, una de éstas sería la diferencia de la forma de percibir que posee un individuo respecto de otro, es decir, cada ser en su particularidad percibe un mundo distinto al de otro ser, por lo tanto, existirían tantos criterios distintos sobre las cosas como seres humanos habitan en el mundo.

Una segunda interpretación de este principio filosófico, guarda relación con un sentido colectivo, el ser como ente social, perteneciente a una cultura que de alguna forma lo va determinando en su actuar, en su pensar, en su visión de mundo. Este ser observado dentro de una polis, ya no es particularidad, sus percepciones ya no son individuales, sino que son culturales, son cosmovisiones compartidas por todos los habitantes de la sociedad, actuando cada cultura como medida de todas las cosas.

Otra interpretación toma al ser humano como especie. El criterio utilizado por el humano cuando percibe el mundo está dado por su naturaleza. Si esto es cierto, entonces todo individuo tendría una única y común forma de ser, forma de medirse ante las cosas, determinado solamente por el hecho de ser humano.




Fuente de El hombre es la medida de todas las cosas.


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