Un niño dijo: "¿qué es la hierba?" aportándomela a manos llenas. ¿Qué podía responder al niño? No sé mejor que él lo que es. Supongo que es el emblema de mi ánimo, tejido con la verdura de la esperanza.
O supongo que es el pañuelo del Señor, regalo perfumado y recuerdo deliberadamente desechado que lleva el nombre de su dueño en alguna de sus esquinas para que lo veamos y, notándolo, preguntemos: ¿De quién?
O supongo que acaso la hierba sea ella misma un niño, producto recién nacido de la vegetación.
O supongo que es un jeroglífico uniforme que significa "Crezco por igual en las regiones vastas y en las reducidas, crezco entre los hombres blancos y entre los negros, entre los Kanucks (1), los tuckahoes (2), los miembros del Congreso. A todos otorgo lo mismo y a todos recibo".
Y ahora me parece que es la cabellera nunca cortada de las tumbas.
Tiernamente me serviré de tí, rizada hierba.
Podría ser que brotaras del pecho de los jóvenes; podría ser que de haberles conocido, yo les hubiese amado.
Podría ser que nacieras de los ancianos o de los niños arrebatados tempranamente al seno de sus madres y que esta sea el seno de las madres...
...el más pequeño tallo revela que en realidad la muerte no existe y que, de existir, lleva adelante a la vida, no esperando el fin para detenerla y que dejó de ser desde el momento en que surgió la vida.
Todo va hacia adelante y hacia afuera. Nada se destruye y la muerte es diferente de lo que se supone; y más feliz".
(1) Canadienses
(2) Pieles Rojas.
Walt Whitman
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